“TÚ GUARDARÁS EN COMPLETA PAZ A AQUEL CUYO PENSAMIENTO EN TI PERSEVERA…” (Isaías 26:3)
El estrés viene del intento de hacer algo ¡con relación a algo que no puedes cambiar! Cuatro de las causas más comunes son:
Personas no pueden cambiar a personas, ¡sólo Dios puede! Y Él lo hace cuando nosotros dejamos de intentarlo, les amamos tal y como son (lo que no significa que estemos de acuerdo con todo lo que hacen), oramos y pronunciamos las promesas del Señor sobre ellos diariamente, y después permitimos que Él los trate a su manera, en su tiempo y para su gloria.
“Todo tiene su tiempo…” (Eclesiastés 3:1). Una de las características de los niños es su impaciencia; no pueden esperar. Dios quiere que salgamos de esa impaciencia infantil; por eso nos hace esperar, ¡y confiar!
Puedes reducir tu crecimiento a causa de negligencia espiritual, pero al final, sólo el Espíritu Santo puede hacer de ti lo que debes ser. Escucha, “Por tanto, nosotros todos… somos transformados… por… el Espíritu…” (2 Corintios 3:18).
Hacemos lo que creemos que el Señor quiere, sin realmente consultarle qué es lo que Él quiere que hagamos,cuándo quiere que lo hagamos, y cuánto quiere que lo hagamos. Como resultado, nos consumimos.
¿Cuál es la respuesta? Escucha: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado” (Isaías 26:3).
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